martes, 9 de febrero de 2016

EL PERFECTO EXPERTO POR UN DÍA

No soy un experto en educación. Soy un experto en detectar estados de ánimo entre mi alumnado y transformar su seriedad en muecas de alegría, su alegría en sensatez, su nerviosismo en tranquilidad y su relajación en inquietud. No soy experto en educación porque cada día ocurren en mi mundo, en mi pequeño mundo, situaciones nuevas que jamás antes habían ocurrido y he de decidir sin tener un manual que me dé las pautas.
No soy experto en educación porque cada día es nuevo en mi aula, cada día me junto con un grupo de niños y, uno a uno, intento que su estancia esté cargada de todas las emociones de las que se puedan nutrir, la rabia, el miedo, la compasión, la tristeza, la ira, empatía, el entusiasmo... Dieciocho  personas juntas, trabajando, hablando, debatiendo, investigando, creando, me hacen experto en nada porque cada día mis niños tiran el manual de experto en educación a la basura para reescribirlo y crear EL MANUAL DEL PERFECTO EXPERTO POR UN DÍA. (Y BÚSCATE LA VIDA)

Me siento orgulloso de mi inexperiencia tras diecinueve años de maestrico.
Gracias pequeños por enseñarme cada día.

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